El elogio de la sombra
El título de esta exposición está tomado del libro homónimo del escritor japonés Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886 – Yugawara, 1965) autor de una extensa y celebrada obra narrativa. La primera traducción al inglés del libro data de 1977. La suerte quiso que en un breve viaje a Japón, hace unos treinta años, quien esto escribe encontrara esa edición –feliz casualidad– en una librería de Tokio. Desde entonces he frecuentado este texto maravilloso en distintas traducciones.
La más distinguida y apreciada en el ámbito francés ha sido la de René Sieffert, vertida directamente del japonés. La que mayor difusión ha tenido en nuestro idioma se debe a Julia Escobar, que la tradujo del francés y publicó, con gran éxito, la Editorial Siruela, de Madrid. Hay una edición reciente en castellano, traducida del japonés por Javier de Esteban Baquedano y editada en Gijón, España, en 2016. Desde aquella primera lectura, y muchas que le sucedieron, he pensado e imaginado (más bien fantaseado) una exposición que recogiera el título de Tanizaki y diera cuenta del tema de la sombra desde una perspectiva occidental. Este proyecto finalmente se ha podido concretar. Se mostrarán obras de artistas de la Galería que en sus pinturas y dibujos representan la eterna partición luz–sombra. Asimismo se verá la obra de fotógrafos argentinos de distintas generaciones muy en concordancia con este tema.
Desde que vi por primera vez Seascapes, las fotografías de los mares de los años 80 y 90 del gran fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto, tuve claro que si alguna vez realizaba este proyecto sería deseable, y de justicia poética, incluirlas en él. Los tirajes originales de esta serie de gran formato han alcanzado en estos años un precio de mercado muy alto. Por suerte, más recientemente, se han hecho ediciones de menor formato y precio más modesto que permitieron la inclusión de una de estas series en nuestra exposición. Las fotos de Sugimoto están en perfecta sintonía con la indagación de Tanizaki, cuya obra, sin duda, el fotógrafo conoce bien, siendo él mismo un exégeta de la cultura tradicional japonesa y un refinado coleccionista de su arte.
Curiosamente, Tanizaki no hace en su libro mención alguna a la fotografía. Podría conjeturarse que si bien había fotógrafos destacados anteriores a los años 30 –fecha de composición del Elogio– la gran expansión de la fotografía japonesa es posterior a esas fechas.
Nuestra exposición difiere sustancialmente de los usos de la sombra expresados en la estética japonesa, que tan agudamente analiza Tanizaki. Hay una ponderación de la sombra que prevalece en Occidente y que se sitúa justamente en el lado opuesto de la oriental. En occidente se distinguen grados y categorías de sombra muy diferenciadas, de acuerdo a una mayor o menor incidencia de la luz: oscuridad, penumbra, umbra, tiniebla, opacidad, claroscuro, etc. Igualmente, el arte y la arquitectura occidental están volcados hacia la luz; en el Japón tradicional el valor absoluto es la sombra.
En la estética tradicional japonesa, la sombra juega un rol práctico y simbólico, con valores rituales específicos, sancionados por el tiempo y la costumbre. La luz es su enemiga, siendo a la vez su complemento necesario. Luz y sombra son valores antitéticos en permanente conflicto, pero imprescindibles para la existencia de su opuesto y entre ellas se dividen el mundo. La sombra –para Tanizaki– realza el objeto o su entorno, especialmente en la arquitectura, aportando ambigüedad y misterio. La sombra ennoblece el objeto y lo distingue; es enigmática, promueve el silencio y la reflexión, aporta sosiego, serenidad y calma. Con un estilo ameno, coloquial, conversacional, Tanizaki va desplegando su singular encomio. Su atención detallada y meticulosa es fascinante. Señala y analiza sutilmente la incidencia de la sombra puntual o difusa y su enemiga, la luz violenta, tanto en el arte como en los objetos de uso diario. Describe y defiende la elección de ciertos materiales frente a otros. Nada escapa a su observación y registro: desde los artefactos de baño hasta los utensilios de cocina (o quirúrgicos), desde el maquillaje y la iluminación en el teatro hasta la vestimenta tradicional de hombres y mujeres, todo es objeto de su disquisición. Defiende y justifica, con argumentos ingeniosos, el empleo de los cuencos de laca en los que se come el arroz o se sirve la sopa, ya que éstos realzan el color y atenúan el peso del alimento, si se los compara con los de cerámica o porcelana, más pesados y menos opacos que aquellos. La opacidad es siempre un valor relevante. Lo brillante, lo refractario, lo bruñido es desdeñado en favor de lo mate, lo patinado. En esto el tiempo y el uso, la mano del hombre, aportan jerarquía y valor estético al objeto. El elogio de la sombra abunda en múltiples ejemplos de este tipo. Tanizaki es un narrador excepcional –sus novelas y cuentos son testimonio de estas virtudes– aun en traducción. Este texto se sitúa en otro plano, muy diferente al de su obra de ficción, pero comparte con ellas una singular capacidad de seducción. Uno de los mayores atractivos de este libro, es, sin duda, la voz del narrador, el tono de su relato. Se trata de la indagación de un poeta, no la de un historiador, un académico o un antropólogo.
La sombra más recurrente en el arte figurativo y sobre todo en la fotografía es la imagen o silueta bidimensional, proyectada por una fuente de luz situada por detrás de un objeto opaco. Hay muchos ejemplos del uso de la sombra en la fotografía expresionista y en la de la “nueva visión”. Horacio Coppola, formado en la Bauhaus y en la modernidad fotográfica de los años veinte y treinta, usó con frecuencia la sombra de manera muy eficaz y poética en sus fotografías. Se verán varios ejemplos de su trabajo en esta exposición. Tanizaki no se refiere a la sombra proyectada, sus sombras son ambientales, difusas o puntuales. (quizás esta sea una razón por la cual la fotografía queda fuera de su registro). Por otra parte la pintura oriental, así como la occidental anterior al siglo diecisiete, rara vez emplea la sombra proyectada. E. H. Gombrich analiza la sombra proyectada en su texto para el catálogo de Shadows una fascinante exposición que tuvo lugar en la National Gallery de Londres, en 1995.
En Breve historia de la sombra (existe traducción en Editorial Siruela, Madrid, 1999), el historiador rumano Victor Stoichita hace un amplio y erudito análisis de la sombra en la historia del arte occidental.
Jorge Mara